Digamos que ayer la Nieve en la Toscana salvó mi alma algo triste. Como es normal en el mundo emprendedor ocurren desilusiones, donde pones todas tus energías, emociones y esperanzas en un proyecto. Pero que equivocadamente la decisión no depende de ti, sino de otros.

El sueño de uno de nuestro castillos de naipe calló y con la misma sensación que un corazón de 15 años roto por el primer amor, ayer nos deprimimos un poco. Y quiero compartir contigo esta sensación para que puedas usar este post cuando más lo necesites. Ya que todos perseguimos un sueño y a veces a estos les gusta juguetear para saber si de verdad los deseas, son atolondrados y muy traviesos. Pero sobre todo se aburren cuando ven que te rindes  es entonces cuando caen a tu lado, pero nos enfrascamos tanto en el fracaso que ni llegamos a verlos, a tan solo un metro de nosotros. Y el sueño se muere.

Triste pero cierto, esto sucede con la mayoría de las personas que están en la carrera del triunfo. Y ayer mi sensación era desoladora, me molestaba hasta la mismísima Toscana, los familiares, el éxito de cualquier persona…hasta mi compañero de vida era un tanto molesto. Pero entonces en medio de una conversación algo enfurruñada entre ambos. Ion gritó: ¡Nieve! ¡Está nevando!

Su frase borró toda imagen de mi cabeza, olvidé porque me dolía tanto el corazón y corrí a la puerta sin gorro ni bufanda. Entonces la ví. Nieve en la Toscana caía, eran como diminutos papelitos blancos que se dejaban llevar por el aire hasta caer al suelo. Me agaché y toqué uno de ellos, el cual se derritió al instante. Cuando alcé la vista ya casi acababa, fueron minutos escasos. Pero lo suficiente como para darme cuenta de que aquello era mi diminuta señal, que aquella sensación de decepción debía durar tan poco como aquella nevada.

Ahora querido lector te digo que no será fácil, el camino para llegar a tener y hacer todo lo que deseas tiene tormentas, solo debes saber controlar cuanto duraran y no dejarnos seguir. Pararlas es lo más importante, centrarnos en lo que nos rodea y no lo que nos tapa la vista.