[vc_row][vc_column][vc_column_text]

[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column][vc_facebook type=»standard»][vc_tweetmeme type=»horizontal»][vc_single_image img_link_target=»_self» image=»2087″ img_size=»full» alignment=»center»][vc_column_text]La infinidad de veces que una mente ha soltado esta frase: ¡He tenido una idea para un Libro! Es la misma a las que esa «gran» idea ha acabado en unas notas escritas a la velocidad de un huracán y han acabado en una triste idea, que se ha ido desvaneciendo día a día. Hasta no ser mas que otro impulso que no hemos querido seguir.

Hoy quiero hablaros de que hacer para convertir esa idea en un libro, en un comienzo.

[/vc_column_text][vc_column_text]Hace 8 años yo también solté ¡He tenido una idea para un Libro! Fue una tarde de verano en la que me lancé a escribir sobre papel las paginas mas largas que había escrito jamás, 80 en total. Puede que no sean suficientes, pero me dieron el principio de una historia que parecía estar en mi cabeza y que deseaba salir por algún lado. Mi mente quería desprenderse de todo lo que había estado conteniendo, como si cada cuento, poesía, libro o película que había escrito, visto y leído hubieran creado una burbuja de emociones y personajes que en aquel instante, a mis 15 años, se estaba materializando en lo que iba a ser mi primera novela.

Pero mi mente no la concebía como tal, solo iba a ser un cuento cuya protagonista moriría al final de esta. No juzgué la historia en ningún instante, deje que me llevara. Por ello cuando mis amigos sabían que estaba escribiendo un libro y me preguntaban: ¿como acaba? Yo les respondía que no tenía ni idea, que ni siquiera sabía que ocurriría en el siguiente capítulo.

Tras aquellas primeras 80 paginas sentí lo que todo escritor siente de repente, una pesada responsabilidad de acabar el libro. Solo que yo decidí rendirme con aquella historia a mis espalda. ¿Como conseguí terminarla hasta convertirla en 336 paginas de Word?

[/vc_column_text][vc_single_image img_link_target=»_self» image=»2091″ img_size=»full» alignment=»center»][vc_column_text]Tuve un año entero de letras intenso, devoraba los libros, desde lo mas juvenil a los clásicos de Jane Austen, desde Calpurnia Tate a los Juegos del Hambre, desde Fairy Oak a Cazadores de Sombras. No me guiaba por la moda, iba a una librería y escogía aquel que mas llamaba mi atención. Conocí maneras de definir el amor, apuntaba aquellas palabras rimbombantes y tan rítmicas. Me detenía en las definiciones mas hermosas.

Y cuando me aventuré a continuar con mi libro las palabras surgían con mas fluidez, todas se materializaban en aquello que yo veía en mi cabeza y que alguna musa susurraba a mi imaginación.

Las enciclopedias comenzaron a ser mis buscadores favoritos, perdiéndome en dioses griegos, constelaciones, criaturas mágicas…hasta dar con la clave del siguiente capítulo. La investigación era el siguiente paso.

Ahora solo quedaba continuar, perseverar hasta el final. Puede ser lo mas difícil si la razón por la que creas un libro es terminarlo, por ello te aconsejo que al escribir no pienses que vas a publicarlo, solo siente que estas viajando a tu mundo favorito en el mundo, a tu Nunca Jamás. Luego, cuando lo termines ya te preocuparas en como hacer que salga a la luz, pero durante la transformación de esa hermosa ave de letras, debes dejar que solo existáis tu y él, que nadie mas se sumerja en la trama, no dejes que nadie te diga como hacer una escena, pues puede que tomes el camino que tu imaginación no habría querido y la historia sea completamente diferente.

Enseña tu obra con su punto final, será tan pura como tu inocente imaginación. Sin miedos.

[/vc_column_text][vc_single_image img_link_target=»_self» image=»2094″ img_size=»full» alignment=»center»][vc_facebook type=»standard»][vc_tweetmeme type=»horizontal»][/vc_column][/vc_row]