[vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_single_image image=»2127″ img_link_target=»_self» img_size=»full»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»2/3″][vc_column_text]Tal vez al leer el título de este post; Música en el Metro pienses en aquella vez que estabas por la parte cosmopolitan de tu ciudad oyendo música e imaginándote que eras Barbra Streisand y escuchabas una canción perfecta para un día de lluvia, propio del actual Diciembre.

En mi caso las notas musicales no provenían de un artilugio nano creado por Steve Jobs. Sino de las mismísimas entrañas del metro de Barcelona.
Camino a mi nueva vida, en unas islas soleadas donde deseo escribir y tener mil
aventuras, yo y mi compañero de vida Ion, nos encontrábamos en el metro de Barcelona un Jueves por la mañana con cuatro maletas que serían todo nuestro equipaje hacia aquella nueva vida.[/vc_column_text][vc_single_image image=»2132″ img_link_target=»_self» img_size=»full»][/vc_column][vc_column width=»1/3″][vc_single_image image=»2118″ alignment=»right» img_link_target=»_self» img_size=»large»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/4″][vc_single_image image=»2122″ img_link_target=»_self» img_size=»full»][/vc_column][vc_column width=»3/4″][vc_column_text]El traqueteo interno del metro era el único sonido audible, aparte de las risas mías y de
Ion que nos invadían al saber que quedaban pocas horas para embarcarnos hacia las
islas. Si embargo, parecíamos ser los únicos que observábamos con ilusión el pasar
de los distintos cuadros que formaban los paisajes de nuestra ventana de enfrente.
Cada persona estaba sumida en su propio mundo, como si cada asiento fuera una
burbuja en el que se proyectaban pensamientos propios y los limitaba a ver mas allá
de lo que había a su alrededor. Ahora escribiendo estas palabras me doy cuenta de
que no hace falta subirte en un tren para pensar solo en ti, las personas suelen hacerlo
al caminar. Muertos en vida, los llama Jim Rohn.
Y así viendo cada persona frustrada por sus vidas un perro comenzó a ladrar y aquel
sonido rompió las burbujas de concentración de todos.
Plaf plaf[/vc_column_text][vc_column_text]Estallaron como si los ladridos fueran burbujas.
Todos miramos a la espera de ver a algún perro, sin embargo mi posición solo me permitía observar a un hombre con abrigo negro, cabello canoso y vuelto de espaldas que intentaba mandar a callar a aquel animal.

Y como si hubiera sido el presentador de su amo, este cayó cuando notó que nuestra atención se había vuelto hacia ellos. Fue entonces cuando el hombre se puso erguido y saco un hermoso violín de madera,
toco algún artilugio que mis ojos no veían. La melodía comenzó a sonar y el violín trazo sus primeras notas aromáticas, la mano se iba moviendo como si tocara el mar, suave el cuello se inclinaba y los dedos se alzaban finos en unas manos sucias e inyectadas de trabajo. El hombre tenía el mismo rostro que el geppeto de Pinocho, un bigote blanquecino y una calva. El perro ya no se oía, solo música en el metro.
Mis oídos comenzaron a hacerse a la música, sepultaron todo sonido, solo podía ver como el violín profanaba una musca tan hermosa para un lugar tan vulgar. Fue entonces cuando reconocí la hermosa melodía.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_column_text]

…un mundo ideal. Un mundo en el que tu y yo podamos descubrir cómo vivir…
Perfecta. Era la canción perfecta para aquel viaje, íbamos a un mundo donde íbamos
a descubrir otra manera más de vivir.

La canción acabó e Ion depositó una moneda en mi mano como si fuera Maikel de
Mary Poppins y quisiera darle una moneda a la mujer de las palomas.
Pero entonces la música en el metro volvió a soñar, clásica. El violín más envolvente
que había oído jamás comenzó a dejar que su música trazará hermosas hondas por
todo el metro, los colores que aquel sonidos rezaba eran del color del caramelo y el
azul del cielo. Tan puros, tan divinos, seguro que algún que otro ángel estaba
admirando por la ventana oyendo a aquel hombre.
Por un segundo la imagen de If i Stay vino hasta mi. Creando un pensamiento algo
nublado ante el momento del accidente, pero no, aquel era mi momento de vivir.
Mis ojos se abrieron cada vez más al sentir la música, no quería que acabará, pero por
otra parte deseaba que diera fin para poder aplaudir.
Hasta que llegó el momento y mis manos aplaudieron con un par de corazones
emocionados tanto como yo.
Aquel mensajero de la música paso con un pequeño saquito negro y brillante a la
espera de unas monedas de oro. Yo deposite la mía con un «hermosa música» de
parte de Ion.

El músico dio las gracias y se marchó dejándonos un recuerdo de música en el metro
que jamás olvidare.[/vc_column_text][vc_video link=»http://youtu.be/CUQRRCuJuQM»][/vc_column][/vc_row]