Puede que pienses en una sorpresa o en algo que de repente surge y lo planeas con solo dos días.
Pero a lo que yo me refiero con «Viaje Inesperado» es salir un Martes cualquiera con unos pantalones de Banana Republic, un jersey de Tommy Hilfiger y unas botas para calzar los pies del frío.
Para subirte a un Mini de color verde con el techo blanco.
El objetivo es únicamente llevar a «mamá» al aeropuerto a una distancia de 240 km. Ir y volver. Sin mas planes.
Pero resulta que en el camino ves como la tarde va cayendo, te topas con las luces de una ciudad que sobrepasas por encima gracias a la sustentación de una montaña. Te enamoras del manto de luces que parecen pequeñas estrellas que velan por cada casa.
Te detienes a cenar y hablas sobre la vida. Hasta que vuelves al camino y acabas en un hotel de color verde rana y las sabanas mas blancas típicas de los hoteles. Y lo mejor, con tu compañero de vida.
Pero el viaje solo ha comenzado…[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_video link=»https://www.youtube.com/watch?v=DguIS5kEl1Q»][vc_single_image image=»1754″ alignment=»right» img_link_target=»_self» img_size=»full»][vc_single_image image=»1753″ img_link_target=»_self» img_size=»full»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_column_text]Uno de mis grandes objetivos siempre ha sido viajar y escribir, ahora puedo permitírmelo. Y es exactamente lo que estoy haciendo en este mismo instante. Tras un día entero de momentos únicos, mágicos e intensos he llegado a casa totalmente llena de energía y con la mente tan creativa que he decidido escribir este artículo.
Ya lo he dicho en otros vídeos, pero viajar es tan importante como leer para un escritor.
Si me preguntaras que he visto hoy te diría una mañana llena de manzanas verdes tan acidas y brillantes que parecían sumergidas en barniz.
Un té demasiado dulce.
Y luego un desayuno sobre una arena negra propia de la Costa del Sol. Dónde todos comían sardinas y nosotros nos dedicábamos a desayunar mantequilla con mermelada de fresa y melocotón.
[/vc_column_text][vc_single_image image=»1764″ alignment=»center» img_link_target=»_self» img_size=»full»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_column_text]Mientras el desayuno era paladeado por nuestros labios vimos a lo lejos un faro. ¡El tercero! ¡Debíamos verlo! ¡Nuestro compromiso era ver y sacarnos una foto en cada faro que viéramos en nuestros viajes!Así que velozmente fuimos hasta el coche y condujimos en busca de aquel hermoso faro…pero ¡ah! ¡Sorpresa! Un barco, con mástil y todo, de madera me enamoró al instante.
Queriendo ser una pirata y subirme a el para poder manejar a una tripulación que solo huele a ron, fue en aquel momento mi sueño…pero el faro nos esperaba. Así que corrimos escalera arriba y ahí estaba. Blanco, altivo. Con esa luz que jamas te falla. te guía hasta puerto seguro.
Nos detuvimos unos segundos a admirarlo, a besarnos para señalar de nuevo nuestro amor frente a un faro…¡y corrimos escaleras abajo!
Aun nos quedaba mucho por ver. Pero no sabíamos que. Solo que el mundo está lleno de cosas extraordinarias.
En el trayecto vemos un camino que conduce a la montaña, lo tomamos. Es extremadamente estrecho, me hace pensar en Italian Job. Subimos arriba hasta dar con unas rejas oscuras.
Un parque.
Entramos y los cactus, amantes de las púas, abren los caminos de aquellos arboles que me recuerdan a mi infancia, donde los Domingos se llenaban de juegos y neumáticos uno amontonado sobre otros.
Vídeos. Fotos. Y mas besos.
Hay mas que ver.
De camino al coche me encuentro con un árbol extraño, de bolitas amarillas. Parece polen. Ion, mi compañero, las recoge para mi. Y veo como un abejorro está revoloteando cerca de él.
«El abejorro. El abejorro.» Le digo, pero por el como si es una serpiente. Ni caso.
Se sube al coche y me da un racimo de bolitas amarillas. Pasó mis dedos sobre ellas, es como algodón y entones lo huelo. Mas dulce que la miel. Es como estar en el cielo del azúcar.
«Gracias».[/vc_column_text][vc_single_image image=»1768″ alignment=»center» img_link_target=»_self» img_size=»full»][vc_column_text]Y seguimos cuesta abajo, a buscar una salida…y nuevamente nos espera otra sorpresa. Un muro de piedra con pequeños huecos que me hacen recordar a las «Cartas a Julieta».
Nos paramos pues ademas las vistas desde allí son extraordinarias. Voy hacía al muro y fantaseo con que alguien puede haber dejado una carta con mas de cien años. Cuando entonces lo oigo, un sonido parecido al de un techo que se aboya. Me doy la vuelta y veo a Ion subido en el techo del coche, grabándose en video, entusiasmado con aquellas vistas.
Yo celosa de su disfrute corro hasta él y me subo de manera torpe, a gatas digo mientras suelto un «miau». Él me ayuda, y entonces veo aquello que tanto le había sorprendo. La ciudad del Sol, el mar azul y su arena oscura. Los edificios, los restaurares blancos a los pies de la arena. Hermosa. Fascinante. Un Mundo entero en una ciudad.
Detenemos aquella imagen con un Iphone y nos bajamos del coche para seguir.
Mas aventuras.
Viajamos unos cuantos Kilómetros, una revista de Psicologia ha parado en mis manos, artículos que me inspiran para nuevas ideas. Pero el sol nos causa el deseo de detenernos en una gasolinera y buscar un poco de refresco. Y así lo hacemos.[/vc_column_text][vc_separator][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_single_image image=»1769″ img_link_target=»_self» img_size=»medium»][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]Busco entre las estanterías, quiero algo distinto. Y entonces lo encuentro. De Starbucks, un Macchiato Caramel. Un trozo de America. Lo cojo ilusionada, Ion coge su bebida de color plata, un águila abre sus alas en el oro de lata.[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_separator][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/2″][vc_column_text]Y volvemos.
Un poco de ideas, de sugerencias, de proyectos, de perfeccionar lo que ya tenemos, de amor en faros…pero sobre todo de disfrute de aquel viaje inesperado.
Las colinas verdes se turnan tras los cristales, cuando entonces unos molino blancos se alzan, potentes, enormes…queremos subir hasta donde están ellos. Buscamos un lugar donde detenernos, algún terraplén. Cuando lo encontramos. El universo está viajero hoy también.
Subimos una colina y detenemos el coche. Un enorme molino totalmente pausado está cerca de nosotros, el viento es fuerte y nos grita con su frío, pero estamos dispuestos a disfrutarlo.
¡¡¡¡¡¡¡¡Ahhhhhhh!!!!!!!!!
Gritamos como dos almas libre que somos. Y nos miramos para que el amor se refleje en la emoción de nuestros ojos.
Ahora me toca grabarlo, para luego yo hablar frente a la cámara, Quiero escribir un articulo sobre este día. Es fantástico, deseo que mas personas viajen así.
Terminamos y subimos al coche. Vamos a seguir.
La radio se conjuga con nosotros. Miley Cirus y su «Wrecking Ball» me hace cantar en el coche. Soy feliz. Ha sido un viaje totalmente inesperado.
Disfruto de esa sensación que me produce estar en un coche, ver pasar mas paisajes sobre una ventanilla amplia.
Pasamos por un lugar con nombre de diente y llegamos allí donde nací. Ya queda poco.
Barajamos la posibilidad de donde comer. Y nos decantamos por ir a casa. Perfecto, estoy deseando escribir todo este viaje inesperado.[/vc_column_text][/vc_column][vc_column width=»1/2″][vc_single_image image=»1774″ img_link_target=»_self» img_size=»large»][vc_single_image image=»1773″ img_link_target=»_self» img_size=»large»][vc_single_image image=»1772″ alignment=»right» img_link_target=»_self» img_size=»full»][/vc_column][/vc_row][vc_row][vc_column width=»1/1″][vc_column_text]Unas flores blancas cubren el suelo allí donde mas molinos implantan sus blancos pies. Me recuerda al maná de la Biblia.
Mis Ray-Ban a lo Audrey Hepburn dejan mis ojos al color natural del mundo, y ahora lo que antes me parecía verde me resulta aun mas fuerte en su color.
Pasamos por una playa donde miles surferos practican sus vuelos con aquellos globos cortados a los lados que nunca recuerdo su nombre. Dejo que la imagen se plasmé en mi mente, tal vez la dibuje mas tarde en un mi cuaderno o la doné a una de mis historias.
[/vc_column_text][vc_column_text]Ya casi se acaba la ruta sorpresa, todo comienza a sonarnos. Nos agradecemos y reímos todo lo que hemos vivido. Como si hubiera sido una película con collage de los momentos mas hermosos de una pareja.Estamos felices y enamorados. Ya llegamos a casa. Cruzamos por aquellas palmeras que me recuerda a L.A. giramos hacía un restaurante donde su especialidad son los mojitos.
Casa. Hogar. El lugar donde las ideas se guardan y ordenan tras acumularlas en esta clase de viajes y experiencias.
La puerta se abre, no hay nadie. Solo el silencio.
El olor a incienso impregna nuestra nariz. Es bonito tener un lugar que acoja tus ideas y sepa como hacerte sentir cómoda.
Las olas del mar están afuera, nos dan la bienvenida.
Yo voy hasta la habitación.
Quito los restos del viaje. Cambio las prendas que han soportado el viento. La arena. La mermelada.
Cada vez las ganas de escribir se me acumulan mas. Ya sé como voy a titular el artículo. «Un viaje inesperado»
Pero antes quiero almorzar.
Una pizza junto a una bebida fría.
Me siento como una niña que ha jugado demasiado y tiene hambre.
Comemos y repasamos el día. Agradecemos el uno al otro por hacer que todo sea un disfrute en nuestras vidas. Ya casi llega la hora de plasmarlo todo.
Ion me propone un café, yo prefiero un té.
Ahora es mi momento.
Acojo el Mac y comienzo. Las palabras surgen, todo está ahí, esperando a ser plasmado en algún lugar. La necesidad de contar, mi elemento fluye por mis dedos.
No sé cuantas horas escribo, solo sé que disfruto haciéndolo. Ya casi estoy terminando.
Las ultimas palabras que me separaran del viaje. Pero un último recuerdo se cuela en mi mente.
Nuestra habitación ahora es distinta tras este Miércoles. Pues ahora sobre la mesilla de noche hay un vaso de Starbucks, sobre el armario un racimo de polen y sobre la cama una revista de Psicologia.
[/vc_column_text][/vc_column][/vc_row]El resultado de un viaje inesperado no son los objetos, sino la vida vivida que tuviste con ellos.